domingo, 30 de junio de 2013

Y ahora, dónde está el límite?


Hablé con uno de los médicos que estuvo en la operación de clavícula de Jorge Lorenzo. El piloto ya había dicho a la prensa: No estoy loco;
Los pilotos no somos gente loca, somos gente de sensibilidad, tenemos que sentir la moto para no rebasar los límites; 
si yo hubiera visto que mi condición física ponía en peligro al resto de pilotos no habría corrido; me caí por mi ambición; 
lo de hoy es increíble, sí, para mí también lo es; 
en la salida me concentré, me dije que tenía que salir con valentía para adelantar a los otros pilotos; 
sabía que las fuerzas me durarían sólo hasta cierto punto; a partir de la vuelta 7 comencé a sentir mucho cansancio en mi parte izquierda y ya sólo pude pilotar con la derecha y eso sabía que me pasaría factura; 
esto supera lo de los tobillos de China, sí; 
es la primera vez que he llorado encima de la moto y luego en el box, con la ovación del equipo; lloraba de dolor y de emoción

Tal vez las respuestas más sentidas de toda su carrera, palabras pronunciadas con orgullo y un sentimiento de: aquí estoy contándoos esto. Cuando enfiló el recuerdo de la ovación en su box volvió a emocionarse, se le quedó la respiración cortada.

El hecho es que 28 horas después de salir de un quirófano en Barcelona para operar una rotura compleja de clavícula con desplazamiento, después de que le pusieran ocho tornillos y una placa de titanio y viajara de vuelta a Assen, el piloto pasaba reconocimiento médico para hacer el warm up. Probó dos motos, cada una con una posición distinta de manillar. Esas motos, el día de la caída, se preparaban ya para el GP de Alemania, pero a última hora volvieron a poner los motores previstos para Assen, por si el piloto decidía correr. Completó toda la sesión de warm up y volvió a las 11 de la mañana a la clínica para que le dieran el fit para la carrera. 35 horas después de salir de quirófano soltaba el embrague y abría gas para adelantar en los primeros virajes a 3 pilotos y rodar noveno. Pocas vueltas después rebasaba a Cal Crutchlow, el #35, en un adelantamiento de peso y poderío. Llegó a rodar cuarto, acabó quinto, y al entrar al box su equipo le dedicó una ovación larga, sostenida, llena de emoción y lágrimas, una ovación que pareció durar minutos, de una admiración infinita por la proeza. En la salida Wilko Zelemberg, su team manager, había dicho: su trabajo es pilotar al límite y hoy va a estar más cerca que nunca de sobrepasarlo. La ovación en el box se mezclaba con la locura de la tribuna saludando el triunfo de Rossi, el 106 de su carrera, de vuelta il dottore. Así va la vida. Éxitos y proezas robándose los aplausos...

Tras la carrera Jorge Lorenzo atendió a la prensa en su hospitality, con el brazo izquierdo en cabestrillo. Dijo todo lo de antes. Cuando terminó me fui directo a ese médico. No puedo comprender lo que ha pasado, le dije. Y entonces él habló y habló en un relato afinado y contundente. Me dijo: "Cuando le vimos aquí nuestro mensaje fue que aunque se operase rápidamente iba a ser casi imposible que estuviese listo para la carrera. Y como le dijimos casi, él se agarró ahí. A partir de ese momento todo lo que hizo fue esperar para ver cómo resultaban las cosas. Decidió operarse rápidamente y su equipo encontró la manera de hacerlo. Cuando se despertó comenzó ya a trabajar con su fisio. Si mantienes el músculo activo tienes muchos beneficios porque la circulación sanguínea hace, entre otras cosas, que la medicación sea más efectiva. Como vio que estaba mejor de lo que pensaba decidió volver a Assen. Cuando estuvo aquí dijo: dormiré y a ver qué tal mañana, pero seguía encontrándose mejor de lo que esperaba y probó la movilidad del brazo... Todo se iba haciendo así. Él llevaba la iniciativa de las decisiones, su equipo le apoyó en todo momento, no recibió ningún tipo de presión... Un detalle: sus asistentes le llevaron sushi a la habitación en Barcelona para que comiera algo. Le encanta el sushi, y esos pequeños detalles le alejaban de la preocupación y la presión. Todo ha ido saliendo bien paso a paso hasta llegar al momento de la carrera.."

Le pregunté qué había sentido cuando vio a Jorge encima de la moto a las 9:40 de la mañana del sábado. Resopló antes de contestar: "una satisfacción enorme porque has ayudado a alguien a realizar su sueño; pero no porque sea Jorge Lorenzo, esto nos pasa con muchos pilotos. Cada uno de los que viene a pedirnos ayuda y gracias a eso consigue montarse en la moto... es una satisfacción tremenda"

Qué más se puede decir. Se puede hablar de una lucha extrema por cazar puntos para volver a ser campeón del mundo. Se pueden buscar otras aproximaciones, más testimonios. Pero todo está en las lágrimas del box. En esa eclosión emocional de dolor y satisfacción. ¿Dónde ha llevado el límite?  ¿Dónde ha llevado el listón de la profesionalidad, la ambición, el umbral de dolor? Esos pequeños pasos cuando la situación era CASI imposible... ¿Qué grado de coraje, orgullo y valentía le atribuimos?  ¿Qué más puede pasar? ¿Cómo caminarán ahora sus rivales? ¿Y él? Lorenzo ha protagonizado una gesta inconmensurable. El 29 de Junio de 2013.


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