lunes, 23 de diciembre de 2013

Sergio Ramos y el barro

Acabó el partido y Sergio Ramos, aún sudado, aún vestido de futbolista, aún sobre el césped, con ese cartón que ponen detrás para que se vean los patrocinadores, dijo que a él a estas alturas de su carrera las críticas y lo que diga la gente le entra por un oído y le sale por otro. Que él va a seguir trabajando cada día y que va a jugar mucho tiempo más en el Real Madrid.

El caso es que en ese Valencia 2- R.Madrid 3 los dos goles que había recibido su equipo le dejaban señalado. Podría haber hecho más, podría haberse anticipado en ambas jugadas, podría haber evitado ambos remates. Todo ok. No es la primera vez que falla, tampoco es la primera vez que le amonestan (record histórico de tarjetas etc), su entrenador ya se ha recreado sobre algún fallo suyo en rueda de prensa... Todo ok. Y está el run run toda esta temporada de que no está en su mejor nivel. Todo ok.

Pero este chico entrena cada día. Y cada día le ve un tío que ha ganado como entrenador dos Copas de Europa, una Liga en Italia, otra en Inglaterra, otra en Francia etc... y además le ve, porque entrena cada día delante de sus narices otro tipo que se llama Zinedine Zidane. Y estos dos, Ancelotti y Zidane, deciden cada domingo que el capitán del equipo y el central de referencia es Sergio Ramos. Así que ahí ya hay dos referencias de autoridad ante las que hay que tener muchos conocimientos y cierto atrevimiento para cuestionarlas así a la ligera. A la ligera me refiero a gol = culpable = joder, otra vez Sergio Ramos! Porque las cosas que hace bien durante los 90 minutos, ésas ¿quién las ve?, ¿quién las contabiliza? Ahí ya hay que saber un poco más.

Entendamos esta clave. Cuando estás caminando sobre barro, o miras al horizonte o no sales. Es diferente pelear en el barro que pelear contra el barro. Contra el barro resbalas y caes; pierdes. Del barro se sale levantando la mirada. La gente a la que se refiere Ramos es la gente que cada día vive recordándote que pisas barro. Si te detienes a escuchar o a pelear ahí, estás muerto. Lo sabe y lo dice. No hay más.