jueves, 14 de octubre de 2021

Sobrevivir al levante en Cádiz. SailGP. Parte II. Final

 El viento iba duro. Slingsby, el australiano, decía: nos vienen misiles contra la vela. Esas son las rachas del levante. La organización, incluso conociendo esta previsión de viento, decidió que los barcos montasen la vela de 24 metros en vez de la de 18. Su razonamiento era que en la zona cercana a la ciudad la velocidad disminuiría considerablemente y que ese ala de 24m mantendría las velocidades cerca de la costa. Para dimensionar esa vela rígida miré en internet las medidas de un Airbus A320, el que hace la mayoría de los vuelos domésticos y europeos. Mide 15 metros el ala del A320. Vale, pues pon una de 24 encima de un catamarán y que zumbe el levante.

En la salida de la primera carrera, Australia tuvo que hacer una maniobra de evasión radical porque se comía al barco danés en la primera boya. El resto de la flota ni intentó rodear esa primera marca. Se fueron largos, intentando parar el barco de cualquier manera, casi "derrapando" para no tragarse el límite del campo de regatas. Luego todo pasó muy rápido. La primera carrera para NZL, la segunda para AUS, el Hemisferio Sur. Quentin Delapierre, que debutaba al timón del barco francés se vió en la segunda carrera del Domingo persiguiendo a Ben Ainslie, Sir Ben Ainslie, que acabó tercero. Quiero imaginar al francés pensando qué cojones hago yo aquí a toda hostia detrás de este tío que es Messi. Era irreal. Un novato en semejante posición en medio del huracán... y lo cierto es que no hizo podio en esa carrera por poco. 

En la Final se juntaron los tres gallos: Slingsby AUS, Spithill USA y Ainslie GB. Los chicos de Ainslie no hicieron ni 200m. Antes de llegar a la primera boya el barco inglés pinchó: voló demasiado alto y al intentar corregir un patín impactó con el agua, hizo palanca y el ala acabó en el mar. Evitó una colisión el australiano, que iba justo detrás, y al rectificar la línea, los americanos tuvieron que hacer una segunda maniobra de evasión aún más violenta. Acabaron con los dos patines en el agua y se les esfumó la opción de victoria.

Ganó Australia, que domina la competición. Líderes de la general antes de la prueba de Sidney y claros candidatos a la Gran Final de San Francisco. No sé qué vientos en el sur pueden convertirse en los misiles levantinos de Cádiz, pero a nadie se le va a olvidar esta prueba. España ni siquiera pudo salir al campo de regatas. Cuando abandonaba el puerto, con el viento dando ya mucha caña, Robertson dijo: "happy to bear away?.. three, two, one..." y ya no siguió. Para ese momento el vuelo del barco se había desestabilizado con uno de los misiles de viento y no hubo manera de sujetarlo. Los dos patines metieron su cara delantera con violencia en el mar y pusieron el culo del barco donde debía estar la antena del mástil de la mayor. O sea, un vuelco hacia adelante (NZL 2017). Diego Botín y Florian Trittel, enfrascados en la tarea de intentar salvar la volcada no tuvieron tiempo de agarrase a nada y salieron catapultados de sus puestos. Les salvó de un impacto mayor la línea de vida con la que van atados al barco los tripulantes. El ala quedó destrozada. Imposible arreglarla en la hora y media que restaba para que comenzase la competición. Pero en ese momento ya todo el mundo estaba pensando en la tremenda fortuna de que no hubiese lesiones y que la jornada que quedaba por delante iba a ser de supervivencia.



Fotos cortesía prensa SailGP

martes, 12 de octubre de 2021

Cádiz. SailGP. Primera parte

- Creo que han volcado

- Cómo que han volcado

- Sí, tío

- Bueno, pero les da tiempo a salir, queda más de una hora... (yo recordaba que cuando se les reventó el foil en Aarhus y volcaron les dió tiempo a salir a la segunda carrera)

- No sé, tío. A ver qué dicen, pero creo que no.

El paseo de Santa Bárbara, en Cádiz, donde estábamos hablando para la gente, haciendo la previa de las carreras, se estaba llenando. El sábado se había batido record histórico de público en cualquiera de los eventos de SailGP y además el barco español había ganado la segunda carrera. Aquello se transformó en una celebración apoteósica con el F50 volviendo a puerto escoltado por decenas de barcos privados, un poco al borde de crear una situación peligrosa en el agua, pero bueno, a Pelé también le sacaban a hombros del campo y supongo que el hombre pensaba: como me rompa algo, vaya cagada.

Así que el domingo se había planteado como la jornada perfecta. Soplaba viento de levante; mucho. El mar se veía con espumas blancas hasta donde alcanzaba la mirada. Muy temprano, en la zona del puerto, Miguel Ramos, gaditano, uno de los que habían hecho posible el evento, me dijo al cruzarse conmigo: "Nico, aquí está el levante!" Y no dijo nada más, pero su gesto era: "ahora vaís a ver lo que es que te de miedo el viento".

En el campo de regatas ya se veía que los barcos salían zumbando. Hostias, es muy fuerte. Cruje todo: cruje el ala, silban los foils, cruje el winche sobre el que pasa la cuerda que hace el ajuste fino de la vela. Parece un cetáceo aullando, si es que aúllan las ballenas. De alguna manera a esa velocidad el catamarán (17 metros de largo, 9 de ancho) se hace pequeño en el mar y gigante desde los puestos de la tripulación.

Estaban todos, ensayando maniobras y parando... nadie completaba el recorrido. Se veía el F50 de Gran Bretaña virar sobre el agua como una centella, el ala de los neozelandeses más apretada que nunca, el barco asutraliano metiendo un patín en el agua levantando una salipicada bestial, una ola que estalla en la cara de los tripulantes, vaya. Siete velas, siete, y no aparecía la de España. Yo estaba perdiendo la esperanza ya de poder anunciar la salida del barco español a la gente, como lo había hecho el sábado. Recibieron el anucio con una ovación cerrada llena de esperanza, de ver qué podrían hacer aquellos chavales, los más jóvenes de la flota.

- Tío, mira esto. Me cago en todo! Joder, qué putada.

- A ver?

En el móvil la imagen era la del barco español ya desvolcado, puesto sobre los patines, con la vela reventada, cayendo trozos de planchas de fibra de carbono, en plena autodestrucción. 

- Hostiás, pues hay que decirle a la gente que no sale España... vaya mierda, joder.