domingo, 25 de junio de 2017

Han decidido que no queda margen de error

Se acabó la época de la juventud. Se acabó en esta parrilla la alegría, el todo va bien, el champagne, el me arriesgo y me sale. Aquí ya todos son mayores. Todo el mundo tiene confeccionada su agenda de futuro. Todo el mundo tiene diseñada su carrera. La mala noticia es que los planes siempren convergen en una última curva. O en una chicane. Assen.

Para el que quiere ser 10 veces Campeón del Mundo; para el que quiere serlo más; para el que acaba de coger la Yamaha; para el de la moto roja. Para todos el margen de error es muy pequeño. Ellos ha decidido pilotar así.

La carrera les puso una prueba más: la bandera blanca. A ocho vueltas para el final se abrió el pit lane para un posible cambio de moto. Sin lluvia que hiciera evidente la necesidad de cambiar, esas ocho vueltas se convirtieron en una tortura mental sobre la decisión de permanecer en pista o la de poder arruinar las opciones de triunfo si no rompía a llover definitivamente. Y no rompió.

En cabeza de carrera estaban Rossi, Petrucci, Márquez, Zarco y Dovi. El nuevo se puso nervioso, entró a cambiar y la pifió. Coincidió en el pit lane con Jorge Lorenzo, el de dadme la moto roja y la haré campeona. El algún momento de su decisión, la de irse a Ducati, supo que iba a pisar barro, pero realmente está en el desierto. Fuera de sitio, fuera de tiempo. Entró a cambiar en Assen y salía maldiciendo, porque para entonces ya había interiorizado que no rompería a llover.

Se quedaron los cuatro de delante juntitos. Lo que le pase a uno que nos pase a todos. Y llegó Crutchlow. Y alcanzaron a pilotos por doblar. Petrucci, que perdió la carrera por 0.063 segundos dijo: "todos los viernes nos reunimos para mejorar las normas de carrera y cuando hace falta una bandera azul no sale." Rossi, que ganó, enseñaba en su mono la marca de la rueda de Zarco: "parece que no sabe medir las distancias para adelantar"; pero el helicóptero tiene otra visión de los hechos. El 46 es perro viejo. Márquez, tercero, nunca tuvo opciones reales. Arriesgó mucho para arrebatar el podio al #35. "Ya el viernes, rodando detrás de Rossi, dije: lleva el chasis nuevo. Esa moto entra en curva como nosotros antes. Nos han igualado. Nosotros, el Lunes de Barcelona no probamos nada porque no tenñiamos nada nuevo que probar." El lamento.

Lo único cierto es que preside la mesa Andrea Dovizioso. La temporada pasada casi le echan del restaurante y ocho carreras después ahí está sentado, en todo el centro. Justo el sitio que quieren todos. Maverick, a 4 puntos, seguía sin enterder qué le había hecho la moto en la chicane para irse al suelo. Caminaba hacia el box con el casco en la mano, el mono abierto, como un piloto sin avión, derribado por los japoneses. La imagen esa de las películas. "Igual este chasis no me permite ser tan agresivo." Está jodido. El lamento.

Cuchillos volando en 3, 2, 1... Sachsenring

domingo, 11 de junio de 2017

"Siempre hay una bola volviendo"

Anocheciendo en París aún quedaba en la pantalla gigante de la Philippe Chatrier la imagen de Rafa besando la Copa de los Mosqueteros. Con el cielo cubierto y la pista ya arreglada de nuevo.

También queda en el aire la imagen del diez veces ganador de RG metiendo la cabeza en la toalla, acabado el partido, para qe no se le viesen las lágrimas al liberar la tensión, la rabia y el orgullo de haber podido volver a ganar en Paris después de lesiones complicadas.

Al rival lo dejó dándose golpes en la cabeza con su propia raqueta; estrellando una de ellas contra el suelo para acabar partiéndola con la rodilla; al rival lo dejó entrando en la sala de prensa con los ojos aún enrojecidos. "Cuando no estás liberado para conectar tu cabeza con el tenis que quieres y enfrente está Rafa... pasa esto." Wawrinka. "Con Rafa siempre hay una bola volviendo, mucho spinning, cada vez un bote diferente. Te crea la duda sobre qué hacer." No lo dijo, pero es el equivalente a taladrarte la cabeza.

A la rueda de prensa llegó Rafa preparado para reflexionar en alto sobre lo que significa ganar 10 veces Roland Garros y lo primero que dijo es que él se divierte jugando al tenis todas las semanas. Siempre hablando con un cable a tierra al final concedió: "Para ganar diez veces un grande se tienen que dar muchas cosas. Y si yo lo he hecho es posible que venga otro y lo haga. Pero no creo que yo vea a alguien igualando esto."

Y pidió agua. Porque la sala estaba a reventar. El calor empezaba a ser molesto y las preguntas ya se repetían.

sábado, 10 de junio de 2017

Camino del 10

 El sonido del golpeo de Thiem a la bola es especial. Suena a que la parte. La rompe. Es un latigazo seco. Una frecuencia que taladra el pecho. Y los primeros intercambios del partido recordaron el sonido de la tormenta. Pero tras los rayos y los truenos apareció Rafa. En realidad estaba allí desde el principio. Estaba desde que ganó su primer RG en 2005. Rafael Nadal en la Philippe Chatrier. Nunca ha perdido una semi. Nunca ha perdido una final ahí. Así que dejó que el chico del látigo perdiese la mirada. Lo cegó. Lo rompió. Lo deshizo. Sin demasiado esfuerzo. Tan sólo con seguir su ritmo. Le dijo: si juegas a esto, esto hay. Lo mismo. Y lo desintegró.

El Domingo 11 de Junio de 2017, a las 3 de la tarde, Rafael Nadal estará en disposición de ganar por décima vez Roland Garros. El torneo de la tierra batida, el torneo que le pone peso a las gestas. 10 veces. 10. Rafa Nadal.