En los malos tiempos todo se vuelve prueba. Miremos dos fotos que sirve a la prensa el servicio de comunicación del Repsol HONDA.
En la primera, Marc sentado de lado en la moto, de espaldas al circuito. Marc de espaldas a la realidad, no queriendo verla, obligado a vivirla, tal vez en un impás de espera. Marc de espaldas.
En la segunda, Marc enfocado durante la carrera, con motos, muchas, por delante. Marc sin velocidad. Marc ajeno a la competición, que vive delante de él. La tortura.
En parrilla de salida, preguntado por si prefería lluvia para que hubiese un flag to flag ("eres el mejor en eso") contestó: Fui el mejor, ahora no esperéis milagros, no iré más allá del puesto 12. UNA DIMISIÓN en directo.
El mensaje era: esta moto me tira en cuanto pongo algo extra. No lo haré más. Me limitaré a rodar durante las carreras. Oscar Haro, ex técnico de HONDA, lo resumió de otra manera: Si no me dan, no doy.
Opción 1: tiene equipo para el año que viene y no quiere hacerse daño
Opción 2: se queda en HONDA para desarrollar una moto que le lleve a ser competitivo el año que viene.
La segunda es una fantasía. Marc no puede estar los once Grande Premios que restan rodando en carrera sin competir. Eso le taladrará el cerebro y el alma, va contra lo que ha escrito durante diez años en MotoGP. La épica de la competición por encima de los límites, con títulos precoces y salvadas inverosímiles. Cómo creer ahora a un Marc que dice sólo rodará para recoger información? Cómo, después de todo lo que ha hecho vivir a la gente?
Yo no me lo creo. Si elige la segunda opción le veo entrando en una sala de prensa para decir : me voy.
