lunes, 25 de noviembre de 2019

La fuerza de Nadal

La final ni la vi. Tenía puestos los partidos en el ordenador y los miraba de vez en cuando. Algún punto importante. Alguna situación. La semifinal me había dejado agotado. Tan extenuado que esto lo escribo dos días después. Compré las entradas más baratas, las de arriba, y allí pasé siete horas, entre la charanga y un grupo de amigos que habían llegado con las máscaras de la Casa de Papel, las máscaras de Dalí del chino. Eran graciosos.

Vi a Feliciano jugar todos los reveses cortados y casi todas las derechas tocadas, sin golpear. Buenos saques. Es una delicia verle sacar. Perdió. Así que el partido de Nadal sirvió una vez más para remontar la eliminatoria. Los silencios son diferentes cuando juega Nadal. Son doce mil quinientas personas calladas. Tal vez callamos porque queremos escuchar el gemido del saque, o por la atmósfera que él provoca.

Nadal se apodera de todo. Del equipo, del juez de silla, del juez árbitro, de la pista, de los golpes del contrario, de los errores no forzados, de los winners; con sus botellitas colocadas, con sus saltos, con las celebraciones; juega, gana, se ducha, juega y vuelve a ganar. Lo quiso hacer desde el primer día. Contra Rusia venció en el tie break a  Khachanov y salió rápido para ducharse y volver a pista. Pero hubo cambio de planes. En la tele, también eso lo traspasa, dejó un regusto a animal salvaje frenado en pleno ataque.

Ante Gran Bretaña, cuando salió a la pista mandé un mensaje a Javier Santaolalla, una mente espectacular, doctor en física de partículas: "¿Cómo llama la ciencia a un cuerpo que atrae toda la energía circundante para aprovecharla en su favor? Estoy viendo a Nadal en la Davis". Me contestó: "Eso es un agujero negro." En wikipedia dicen que la gravedad de un agujero negro provoca una singularidad llamada horizonte de sucesos. Es ahí donde estamos cuando juega Nadal, en su horizonte de sucesos. Gravitando con sus 15 Grand Slams, sus remontadas, sus lesiones, su tío, su boda, Carlos Moyá, el KIA... ahí gravitamos, ahora con su quinta Copa Davis.