Hubo silencio.
Silencio.
Normalmente alguien llega y lanza un grito de alegría por
haber sido el más rápido o por haber conseguido primera línea salida. Gritan,
alguien del equipo le devuelve el grito, chocan las manos, se golpean el casco,
sonríen... Pero hoy, en ese escenario hubo silencio.
La batalla había sido tan seca, tan en el filo, tan
sobrecogedora, que todo lo que quedó fue un silencio para asimilar lo que allí
había ocurrido. Silverstone. 31 de Agosto. QP2 MotoGP.
Comencemos por el #35. Por la mañana se cayó dos veces. Las
dos destrozó la moto. La primera caída se produjo a 293km/h. Crutchlow impactó
contra la hierba, volteó con violencia varias veces y quedó sentado, inmóvil, buscando
su respiración. Mientras, su Yamaha daba tumbos y a cada golpe se desintegraba
un poco más hasta quedar desguazada. De esta caída le quedó sólo una abrasión
en el brazo derecho y un fuerte golpe en la ingle. Volvió a pista con la
segunda moto y en un error de pilotaje no tuvo fuerza para reaccionar. Al suelo
en una resbalada eterna por el asfalto y la grava. En tres horas el equipo le
hizo una moto nueva. Y Crutchlow, como un boxeador crecido con el castigo,
pilotó hasta conseguir el tercer mejor tiempo. Fue uno de los cinco pilotos que
batió el record de Stoner. Es británico. Está en Silverstone. Se podría haber
matado pero está en primera línea de salida.
El #99. Jorge Lorenzo. Como siempre, el primero en el
semáforo para abrir la clasificación, para marcar el camino, para meter más bares
de presión en la olla, para marcar un crono que haga irrespirable el ambiente.
Enseguida marcó record del circuito. Bajó el record de Stoner y por si no había
quedado claro repitió otra vuelta perfecta y volvió a reventar su propio
tiempo. Entonces llegó Marc Márquez y lo superó. Jorge volvió a la carga y bajó
ese registro de Marc. Cuando llegó a su box y miró la pantalla no lo podía
creer: Marc lo había vuelto a bajar. “Es difícil de aceptar.” El Domingo sale sin nadie delante, por el centro de la
pista, pero su visión periférica le marcará un color naranja en su costado
izquierdo, y si hace foco leerá el número 93.
Marc Márquez: 2.00.691. Dejó ese tiempo y dos imágenes escalofriantes,
dos caídas salvadas. En rueda de prensa, explicando lo que hizo en una de ellas
(cuando metió el hombro para descolgarse aún más y meter la moto en la curva
controlando la derrapada con el gas) Cal Crutchlow, a su lado, hizo el gesto de
estar escuchando una marcianada. Luego dijo Marc: “cuando tomas riesgos no
sabes si controlas o no.” Y se fue.
La carrera es a las dos de la tarde del Domingo. MotoGP. Volverán
los aviones a Silverstone, pero esta vez no llevan la panza cargada de munición.
Son aviones que vuelan pegados al suelo por unos milímetros de goma. Suenan como truenos afinados y si pisan el piano de la recta emiten un silbido agudo que te hiere el tímpano. Hoy rodaron tan salvajemente que a su llegada al parque cerrado sólo hubo silencio. De respeto. De admiración. De recogimiento.