jueves, 31 de enero de 2013

Unas cuantas cosas

Lo primero es Diego López, la novedad. Decisión arriesgada de Mourinho, porque el Barça siempre te puede liar una gorda. Si se la lía a Adán siempre te queda DL, pero si se la hubisen liado a DL, ya no te queda nada. Así que salió bien el portero y salió bien el entrenador. A DL, que puede ser Diego López, pero también Dudek López se le vió muy bien, muy portero para estas cosas complicadas sin Casillas. La primera pegó en el larguero y luego estuvo seguro en todo y metió una mano grande de las de portada para Iker. Así que, bien.

Lo segundo es Varane19años que corta, la saca jugada, mete la pierna en el área para salvar un remate casi gol de #elmisterio Fábregas, y remata de cabeza para empatar el encuentro. Varane is the man. No doubt.

Luego, el Barça. Lo primero es que Messi no marcó. Lo segundo es que Iniesta es muy muy bestia. Y lo tercero es que Piqué metió la pierna en el área para salvar un remate casi gol de CR7. Hay #CasoVilla y para cerrar, abrir y vivir esta Puyol.

Puyol, en todas las que hizo puso paz. Una caricia, una mirada, un gesto y nada pasó a mayores. La retrasmisión le cazó en una de capitán: Piqué iba hacia el árbitro con un mechero en la mano, para que lo viera, para que lo recogiera y llegó Puyol, se lo quitó, lo lanzó fuera del terreno de juego y le dijo: defiende allí!. Muy muy muy crack.


miércoles, 30 de enero de 2013

No diga NO

La juez de la Operación Puerto, Julia Patricia Santamaría ya ha dicho NO a dos cosas:
  • Acceder a la información de los ordenadores de Eufemiano Fuentes
  • Acceder a su propuesta de identificar los códigos de las bolsas de sangre.
Se lo pidió, además, la Agencia Mundial Antidopaje y el Comité Olímpico Italiano, pero dijo NO. Con esto nos priva de saber qué deportistas se dopaban, entre los cuales (lo sabemos por el propio doctor) hay ciclistas, futbolistas y tenistas.

En twitter @Borja_Pardo, abogado, aclaraba hoy por qué la juez dice NO a esas dos cuestiones, básicamente porque el objeto del juicio es saber si hay delito contra la salud pública en la práctica de esas trasfusiones.

Ok, vale.

Ahora viene una cuestión colateral. Esos dos NOES suenan a no querer abrir la ventana. Suenan a cerrado. Huelen a podrido. Y nosotros, esta sociedad, nosotros, que tantas ilusiones vivimos con el deporte, que sentimos que es casi el único sitio sobre el que poner la mirada limpia, que nos aferramos a algo que entendemos [esfuerzo, talento, éxito], necesitamos saber qué mentiras nos han metido debajo de la alfombra.

No es el objeto de este juicio, vale. Pero tal y como están las cosas, con el nivel indigno de corrupción que respiramos cada día, con nuestros valores cívicos recibiendo hachazos diarios, con nuestro dinero evaporado, con esta enfermedad social que tenemos en todo lo alto, señora jueza: hágase cargo. Hay que abrir la ventana en el deporte y ver las caras de los que estuvieron ahí dentro. Porque en el deporte hay algo esencial: al rival hay que mirarle a la cara, y a la afición hay que decirle: esto es lo que puedo hacer. Y nosotros, los que vamos cada domingo al fútbol, los que nos acercamos a una cancha de tenis, o la cuneta de una carretera, necesitamos saber que lo que vemos es verdad. Y usted puede abrir esa ventana, porque tiene delante al tipo que la cerraba. No nos decepcione, señoría. No diga NO.


domingo, 27 de enero de 2013

El tenis

A Andy Murray, nada más ganar en semis a Federer [qué espectáculo el esfuerzo por romper el servicio de Murray y forzar el quinto set, con la térmica sudada, y la mirada inyectada con el repertorio de los maestros] le recordaron las palabras de su entrenador, Ivan Lendl: para ganar a Djokovic hay que estar dispuesto a aguantar el dolor. "Are you ready for the pain against Djokovic?". - "Yes, of course I am".

Bueno, pues no. No aguantó el dolor, que es como hay que medir el impacto del tenis del serbio. Tantos giros, tanto resbalar por el cemento, defensas yéndose al suelo, sangre en el codo, misiles cruzados, paralelos, dejadas... No aguantó Murray.

Se pudieron a jugar rocosos el uno frente al otro, se metieron un 7-6 mútuamente y se acabó el partido para Murray. Le cogió el hilo Djokovic, que ha programado su vida a cinco sets, y ciao. No necesitó romperse la camiseta para celebrar, como el día de Wawrinka.

Le robo esta foto a @zubitennis y le deso buen viaje de vuelta, el único periodista español en Melbourne para cubrir el AO.


El balonmano

Por un momento parecían salvajes pasando a cuchillo al enemigo; era gol tras gol, un parcial de 8-0 al inicio de la segunda parte. Llevaban ocho goles de ventaja y se pusieron 16 arriba. Crecían los cuerpos de los de rojo y se aflojaban los brazos de los blanquitos. Los blanquitos eran Dinamarca, los campeones de Europa. Pasados a cuchillo sin piedad. Defensa como un muro de piedra y brazos como de superhéroes.

En la previa de la retrasmisión el inhalámbrico de TVE intentó una de ponerse la venda antes de la herida, y como todo el mundo andaba con el miedo que imponían los daneses,  preguntó a un jugador alemán (tres veces sub campeón) si la medalla de plata, con el tiempo, se valora más que en el momento de conseguirla. El alemán le dijo: "La medalla de plata es nada. Cambiaba ahora mismo una de oro por las tres de plata que yo tengo." Y eso elevó más la tensión que genera el miedo a perder.

Pero lo que salió por el túnel de vestuarios fue un grupo salvaje de jugadores. Apretaron hasta asfixiar al rival. Lo dejaron sin capacidad de reacción. Lo dejaron inerte sobre sus piernas. Y cada gol sonaba a trofeo. Cada celebración tenía la plasticidad de la violencia y el poderío. 35-19. Campeones del mundo.

Luego cogieron a sus hijos y les sacaron al parquet para que oliesen la victoria, para que respirasen como respira el que gana. Y de la manita entraron al vestuario, con sus hijos, a ponerse el chandal y coger la medalla.
foto AFP Javier Soriano

miércoles, 23 de enero de 2013

A las 9 y media

Primero hay una carrera. Pero antes hay que medir las distancias con una bola que viene a toda hostia y que va a botar delante de tí con cualquier tipo de efecto, de modo que cada décima de segundo de retraso en el impacto hace que el aire interior se vaya convirtiendo en plomo. Al llegar hay que frenar. Y en la frenada se pone en marcha una playlist de giros de articulaciones: hombro, codo, muñeca; movimientos consensuados entre cadera, torso, línea de hombros, mirada...; con la base de las piernas firmes. Decenas de movimientos coordinados y fluidos que buscan la máxima violencia en el impacto para dar dirección a esa bola; para abrir ángulos o buscar los pies del rival. El rival es el número uno del mundo en lo anteriormente relatado y siete mil cosas más. Por ejemplo, es capaz de resbalar en cemento; por ejemplo, nunca se le va de la cabeza el plan de juego, nunca se traiciona; por ejemplo, puede estar cinco horas en el umbral de exigencia máxima.

Entonces, a las 9 y media de la mañana hora española, el número 1 del mundo se va a poner a jugar al tenis contra una #termita hecha hombre. Corre, golpea, recupera, corre, golpea, busca. Te come por los pies. Y tiene la misma costumbre que el #1: nunca se traiciona. Djokovic vs Ferrer. En Australia. Semifinales. Por supuesto, voy con la #termita.

lunes, 7 de enero de 2013

La niebla

Sin razón aparente, sin querer casi, me vi allí, en esa especie de cubeta ovalada, entre más de 20 mil personas, mirando hacia la niebla. Viernes 4. 12:45.

Cada tres minutos de la niebla salía como una bala, disparado, un tipo con esquís. Muy recto; los brazos tiesos, hacia atrás; las manos abiertas, como si fuesen las pletinas de compensación de una aerodinámica fragilísima, sostenida sólo en dos piezas de carbono de dos metros de longitud. Esos esquís y las manos abiertas es lo único que parece sostener en equilibrio a esos tipos.

Me contaron que cuando están preparados para lanzarse, desde arriba, con la ciudad a sus pies, lo primero que ven es el cementerio de Innsbruck. Lloviznaba. La pantalla gigante da toda la fase se deslizamiento por el trampolín, y luego hay que girar bruscamente la mirada, hacia la niebla, para ver aparecer a ese hombre volando. Un vuelo de más de 100 metros. 115 de media. 131,5 el ganador. Caen a tal velocidad que deben frenar con fuerza en la rampa de subida para no chocar violentamente contra la pared.

Hay 22 mil personas allí, viendo el espectáculo metidas en una especie de vasija abierta al cielo, dos graderíos que gritan cada vez que sus saltadores toman tierra. Banderas austriacas. Banderas alemanas. Bengalas. Cerveza. Caras pintadas

Y ese chaval de 22 años, Schlierenzauer, de Fulpmes, en el Tirol austriaco. Salta y sonríe. Vuela y celebra. Se esperaba que ganase para ponerse líder en el 4 Trampolines y lo hizo. Una constante universal en el deporte de élite: el bueno de verdad aparece cuando se le espera.

Hay otras constantes en este show:

1. La gente está ahí porque hay algo evidente: un fallo en la ejecución, un error técnico, te coloca muy cerca morir. O sea, en cada salto, está la posibilidad de decir ciao.

2. La gente aprecia ese riesgo evidente, pero además, el 99% se ha puesto alguna vez en su vida unos esquís y sabe lo que es deslizarse por una pendiente en los Alpes. En centroeuropa quien más quien menos calza, como mínimo, unas Salomon de trekking. Respiran eso.

3. Hay excitación, expectación, admiración, sorpresa y una sensación obvia de ver algo inalcanzable. Cualquier marciano que aparezca allí aprecia esa electricidad mezclada con la llovizna.

Y ahora, fotos. La cuarta es de voanoticias.com