lunes, 9 de julio de 2012

Esa volea llevaba la muerte

Estaban los dedos del mezclador rápidos esta tarde y en cuanto la bola de Murray tocaba el suelo y se convertía en ganadora, zas: plano del público levantando los brazos. Los británicos levantan los brazos ganadores como nadie; los alzan, los dejan arriba y te ponen ese gesto con la boca abierta que deja salir el grito del estómago. La madre de Murray le mete un matiz. Es el mismo grito pero no levanta los brazos, cierra el puño y lo pone a la altura de la cara. La que cada mañana le ponía las baked beans le clava la mirada al niño e intenta guiarlo, desde la nuca de Ivan Lendl y a cierta distancia de la novia, claro. En el otro lado está Mirka, con las manos entrelazadas y los ojos suaves. Y está Annacone con la gorra calada y los labios sellados. A ver quién dice menos.

La volea. La segunda.
En la pista está Federer y su camiseta térmica. Entre los dos aceleran el revés a una mano como si fuesen el diablo. Más, más, más, liftándolo cada vez más, acelerando cada vez más. Exhibiendo ahí el infierno, una avalancha de nieve que te entierra. El juego con el que empata a 1 el partido lo cierra Federer con una volea dulce de derecha y luego una volea de revés cortada, sssshhhhffff. En esa Mirka se levanta del asiento con los brazos arriba. Ya sabemos qué tipo de cosas hacen que Mirka salte.

Luego está todo el tema este de cerrar la pista. Como es fácil hablar digo que a mi no me gusta. Prefiero que haya cosas incontrolables. Prefiero que la final de un Grand Slam esté expuesta a la Madre Naturaleza. No sé cómo los ingleses cayeron en esa trampa. Más de medio partido bajo techo, vamos no me jodas!

No sé a qué hora de la tarde escribí: con el cuchillo del descabello. Matando a Gran Bretaña Roger. Cortaba como el matarife, separaba hueso, ahuecaba la víscera, incisiones y cortes perfectos, sin una gota de sangre en el polo blanco. A Murray no le pudo la presión de la cuarta final de Grand Slam, ni la posibilidad de Wimbledon, ni Fred Perry ni hostias. Le pudo el libro de Federer. Parece que ya lo has leído, pero siempre hay capítulos nuevos. Dos voleas de genio y atacar la bola. Atacar la bola como atacar la vida, según @LuisValenciano.

En la ceremonia de los trofeos Murray cogió el micro y no podía hablar porque sólo le salía el llanto. Lloraba Murray, lloraba la madre, la novia, las gradas... y el techo cerrado, condensando todo. Federer, en la silla, recién acabado el encuentro, pasó un ratito malo también, tragando. Luego salieron las mellizas con los trajecitos azules. Para entonces, Fed ya se había puesto el reloj. Séptimo Wimbledon.


2 comentarios:

  1. joder, joder! qué bellezón de post! buenísimo. a la altura del juego del gran bañador de gemelas. enhorabuena!

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  2. Felicidades Nico. Sin duda, uno de tus mejores post

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gracias por leer. comenta lo que quieras. intenta no insultar, es desagradable.