La primera imagen fue la última. Ese niño en primera fila en
la foto del equipo campeón. Delante de él estaba la copa, el trofeo. Se iba
acercando a él poco a poco. Lo tocó, lo agarró y ya puestos acabó levantándolo.
Supongo que tendría siete u ocho años. Esa ilusión por levantar el trofeo de
los mayores, con la sonrisa y los ojitos de mira qué estoy haciendo.
La primera imagen en el tiempo fue el grupo de jugadores
reunidos en el campo, antes del partido, el once inicial, los rojiblancos
arengándose.
Quique Sánchez Flores, que en la ida ya dijo: “el Madrid no
sabe qué hacer en los balones altos. No sabe quién tiene que saltar. Siempre
debe haber un jugador que sepa que esa es su responsabilidad.” Fue otro nombre
propio de la Final. Por cómo diseccionaba cada acción. En el minuto 2 gol en un
balón alto que llegaba desde los pies del portero.
Luego llegó la expulsión del Cholo Simeone, las collejas y
la chica de los labios pintados en la grada sin saber si mirar al campo, al
Cholo o a su móvil. Los desajustes finos en el At. De Madrid, con Bale y James
creciendo.
Veo al Real Madrid como un equipo de peinados, de tremendos
futbolistas mirándose al espejo antes de salir. La diadema de Bale, el
cortecito colombiano de James, el ventilador de Marcelo, las mechas de
Coentrao, la barba de barbero de Carvajal, el ultra fijado de Cristiano...
Futbolistas que no entienden por qué han perdido.
En el otro bando Simeone ha cambiado su camisa negra por una
blanca y el Mono Burgos no ha adelgazado. Veo a Mandzukic flipando en la
celebración y a Juanfran marcando el ritmo de voracidad: “Vamos, otro, otro, a
por más!”. Leo a José Joaquín Brotons poniendo el foco en la mala educación del
Cholo. Protestas + collejas + dirijo desde la grada puede equivaler a ocho
partidos de sanción. Veremos. La Liga empieza hoy. Hoy.
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